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Estudios Bolivianos
versión impresa ISSN 2078-0362
Estudios Bolivianos n.16 La Paz 2012
LITERATURA
LA MUERTE SIN CUERPO: EL CONFLICTO DEL ETHOS EN EL LOCO DE ARTURO BORDA
Claudia Pardo Garvizu
Resumen
El Loco de Arturo Borda es una publicación póstuma que el autor no editó ni aprobó. Esto podría provocar ciertas interrogantes, pero lo cierto es que estamos ante una obra completa. A primera vista nos encontramos con una escritura fragmentaria, desordenada; sin embargo, lo que propone este ensayo es el análisis de la construcción del lugar de escritura, el ethos del personaje-narrador-autor y el resultado de ese juego inacabado. El lector sigue su rastro, él se presenta como El Loco, un expósito que tiene como único objetivo en la vida: crear una obra de arte magnánima. El Loco deja el mundo desapareciendo su cuerpo y dejando abandonado su libro, él al igual que Cristo deja en la tierra, como único rastro de su existencia, su sangre, el signo del hombre. La relación implícita del personaje con Cristo se manifiesta desde el autoretrato abyecto presentado por él mismo hasta el derramamiento de sangre vinculado simbólicamente a la creación de una obra. La carencia de un origen configura el vacío desde el que se busca escribir El Loco, la palabra se convierte en una imposibilidad al exceder al que escribe; así, ese ejercicio de escritura expone la ambición y el fracaso del escritor.
Descriptores
Muerte // autor // creación // obra de arte // el lugar de la escritura
Abstract
El Loco by Arturo Borda is a posthumous publication that wasn't edited or approved by the author. This could lead to some questions but the fact is that we are face to face to a complete work. At first glance we find a fragmentary writing, messy; however, what this essay suggests is to analyze the construction of the "place of writing", the ethos of the character-narrator-author and the outcome of that unfinished game . The reader followed his trail: he presents himself as El Loco, a foundling whose sole purpose in life is to create a magnanimous work of art. El Loco leaves this world by disappearing his body and leaving his book abandoned; he, just as Christ, left his blood, the sign of man, on earth as the only trace of his existence.The implicit relationship with Christ as a character is revealed from abject self portrait presented by himself to the shedding of blood symbolically linked to the creation of a work of art. The lack of an origin sets the vacuum from which El Loco pretends to be written, the word becomes an impossibility at exceeding the writer, so the writing exercise puts forward the aspirations and the failure of the writer.
Key words
Death // author // creation // work of art // the place of writing
Y acabando de escribir me da ganas de lanzar una estrepitosa carcajada al simple hecho de pensar que una cantidad de gente meditará con suma gravedad acerca de estas tonterías que me estaban arañando por dentro; pero también es de suponer que otros verán que todo esto no es nada más que una burla.
(Borda, 1966: 822)
Los acercamientos críticos a El Loco de Arturo Borda fueron, en gran parte, teñidos y configurados desde la biografía del mismo. Para alguna crítica de la literatura en Bolivia ha sido muy difícil separar la vida de Arturo Borda con la del personaje del Loco, se ha construido toda una mitología alrededor de este artista por la actitud que asumía frente a su época y por todo lo que manifiesta en su obra. En este sentido, se ha leído El Loco como el diario del artista y se ha establecido un paralelismo entre la vida del personaje y la del Toqui (Arturo Borda). Sin embargo, la obra es ambigua al respecto; primero se entabla una distancia entre el autor real y el personaje, se pone en duda la figura de Arturo Borda como autor. En este sentido, al "exterior" de la obra aparece un tal Arturo Borda que asume la autoría temporalmente. En el "Parhelio" éste dice lo siguiente: Impuesto por la dirección "Las Américas", y sólo mientras se reclame la paternidad de "El Loco", firmo el presente libro, agitado por los consiguientes temores, ya que quizá si el autor no lo hace por miedo ante la magnitud de la empresa. (T.I: 7). Este tipo de gestos en la escritura configurarían otra forma de enfrentarse a la literatura y al contexto literario de la época en Bolivia.
El lugar de escritura del Loco, autor-narrador-personaje de El Loco, está problematizado porque lo configura la fragmentación de un solo sitio de enunciación. Existe una obvia tensión entre la realidad y la ficción, la realidad de un autor y la ficción de un personaje literario. Es necesario apuntar que desde el comienzo se plantea la negación de un autor, por lo que veremos que es posible hablar de un autor plural. Es posible comprender esto si en esa negación identificamos la puesta en abismo de la ficción y cómo ésta fragmenta a la vez de articular, las distintas instancias enunciativas. En este caso, se identifica la historia de la muerte y las razones de la desaparición del Loco.
La figura del expósito del personaje atraviesa la escritura y se desplaza a sentidos diversos. En todo caso, es necesario analizar la propuesta del texto como la construcción de un personaje que juega con su identidad y origen, problematiza la figura del autor, y que a partir de todo eso configura un lugar de escritura ambiguo y complejo. Rasgo que permite una larga exploración por los sentidos y la construcción del texto; un conflicto interno que desplaza al Loco hacia el afuera, y lo que se está jugando en esa atracción y repulsión, ya sea en relación con la sociedad o consigo mismo. Lo más importante es que ésta es una provocación hacia el lector, el mismo que en su "mala costumbre" tiende a buscar espacios diferenciados, el autor, el personaje principal, el narrador y una estructura "coherente". Estos espacios se difuminan y es el lector quien debe formular una lectura posible, reconstruir el sentido.
El Loco es un personaje que encarna un mundo de posibilidades y contradicciones, es alguien sin historia que existe en el presente y se manifiesta desde esa temporalidad. El pasado es un vacío que busca ser sustituido por la escritura, las reflexiones, las historias, etcétera. La escritura es, para el Loco, el ejercicio de la búsqueda de un objeto inalcanzable, la obra maestra, pero también la búsqueda de su propio origen, de ese pasado que jamás es apropiado. Se entiende entonces que el efecto es el contrario al de una escritura autobiográfica, es decir, en vez de descubrir en la escritura un origen o posibilidad de existencia, la escritura lo despoja de todo y desacraliza su ideal convirtiéndolo además en una imposibilidad. No obstante, el Loco es el "elegido", para ser el artista que puede crear una obra maestra (T.I: 9), el que encuentra la flor que le sumergirá para siempre en los nirvanas gozosos (T.I: 359), el que se vengará del mundo (T.I: 27), el que debe dejar un legado a la juventud (T.I: 109), etcétera. El ideal y lo que produce la escritura sobrepasan al Loco, pero sin duda esta obra no podría ser lo que es, o hacer lo que hace, si el universo en su conjunto no hubiese sido contemplado por el Loco.
La función de este personaje es la de ser una especie de motor para la escritura, algo que siempre la activa; el mundo que pasa por los ojos del Loco es el que impulsa la búsqueda en la escritura. Este personaje encierra en sí distancias profundas que lo colocan en lugar de permanente incertidumbre, el sacrifico encarnado en su cuerpo y la obra, por otra parte, el ideal del arte que lo compone interiormente. El Loco constituye su propio lugar de escritura y asume una actitud frente a su entorno y frente al lector. Esa zona interna es la locura aparente, la máscara, su propia abyección, el vacío. La estrategia del Loco es la simulación y la ambigüedad. Existen varias características contradictorias y paradójicas dentro del personaje, elementos que se ponen en tensión y que producen rupturas y encuentros, desde un adentro y un afuera que lo divide permanentemente. Obviamente esto se desplaza a una escritura que debe ser violentada o destruida para producirse.
La desaparición del Loco
Las distancias que se imponen en el texto configuran un juego entre las distintas instancias de la escritura, entre el autor, el personaje y el narrador. Este entramado encubre un discurso problemático que tiene como centro al Loco quien precisamente deambula por estos lugares, los separa y une, forjando una ambigüedad desestabilizadora. Esto es perceptible desde las primeras páginas. Antes del "Parhelio" escrito por Borda, la casa editorial otorga al mismo la autoría "mientras tanto" porque muere el Inca YahuarKjuno quien aparece como el responsable de una edición anterior que estaba a cargo de la casa editorial "El Universo", esto está consignado en la carta que firma Saúl A. Katari en la Advertencia importante" y que es incluida en la edición que está a cargo de la Editorial "Las Américas. El problema se agrava cuando surge otro personaje reclamando la autoría de la obra, un tal Adam O'Landhiöm. Es así que en la misma "Advertencia importante", en el último párrafo se manifiesta que:
Con este motivo el señor Adam O'Landhiöm se presentó ante los tribunales ordinarios, reclamando para sí la propiedad de "El Loco". Por tal razón, mientras se determine el juicio, esta editorial ha hecho el depósito correspondiente a la presente edición ante el juez respectivo, tomando por base el precio que se pagó por la edición anterior; de modo que mientras tanto, con autorización competente, y según ley, firmará en "El Loco"... ARTURO BORDA por la Editorial "Las Américas" (T.I:5)
De esta manera, se abre un juicio por los derechos de autoría y se comienza a investigar la misteriosa vida del verdadero autor de quien sólo se sabe que era denominado: "el loco". Según las investigaciones realizadas a medias por el ex-jefe de investigaciones y pesquisas Saúl A. Katari, el autor de esta obra habría desaparecido sin dejar rastro, esta desaparición fue por demás misteriosa y difícil de cerrar con una explicación lógica y razonable. Posteriormente se descubre cómo es que desaparece el Loco. Todo aquello que se presenta extratextual, es decir, con las cartas y aclaraciones, elementos que contribuyen a proponer la distancia entre un posible autor y el autor verdadero. En principio, se nos dice que el autor verdadero ha desaparecido, luego el investigador Saúl Katari hace todo un inventario de lo que se habría encontrado en la habitación del Loco, autor y personaje de la obra. En este momento se sabe muy poco sobre su desaparición y la información adquirida parece no tener ninguna lógica, toda vez que la puerta de la habitación estaba cerrada por dentro cuando llegó Katari y además había un testigo que había visto al Loco en dos lugares distintos, éste es su relato:
(...). Pero cuando me llenó de inquietud fue una tarde en que yo entraba a casa y él salía. Le saludé y me miró sonriendo. Al llegar a mi pieza me llamó la atención ver abierta la puerta del cuarto del loco. Retrocedí dos pasos para mirar en el interior y lo veo a él, escribiendo muy preocupado. No sé cómo puede haber estado en dos partes al mismo tiempo. (T.I: 58)
Éste es uno de los testimonios registrados por Katari, es también uno de los que más le llama la atención por su extrañeza. Es por eso que rescata un fragmento de unas cuartillas escritas por el Loco que estaban a medio quemar donde dice: Y así, el misterio nos precede, se opera en nos y nos sigue. El enigma ignora tanto como esconde (T.I:58). En la documentación que deja Katari nunca se llega a resolver la pregunta por el verdadero autor de El Loco; no obstante, entre las páginas de la obra se reconstruye la historia del autor-personaje-narrador. ¿Qué implica esa negación de la autoría?
(...). La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que van a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe. (Barthes, 2002:65)
La figura del autor en El Loco es importante en tanto es sujeto de cuestionamiento desde el mismo texto. Los papeles que deja Katari, las advertencias, el Parhelio que firma Borda, son elementos que problematizan esa figura que al mismo tiempo está tan presente en la escritura. Toda esta elaboración del conflicto del autor desemboca en el sentido que tiene el "autor" para esta obra, es decir, la configuración de un autor-personaje-narrador que podría ser cualquiera, el Loco. El distanciamiento que propone El Loco entre un "autor real" y un "autor posible" (autor cualquiera) es importante para el sentido de la obra, pero lo que propone Barthes en su ensayo "La muerte del autor" es una distancia lingüística real, es el lenguaje, y no el autor, el que habla (Barthes, 2002: 66).
Esto se da porque, según Barthes, la enunciación en su totalidad es un proceso vacío que funciona a la perfección sin que sea necesario rellenarlo con las personas de sus interlocutores: lingüísticamente, el autor nunca es nada más que el que escribe (Barthes: 2002: 68).
Todo esto contribuye a comprender lo que está proponiendo El Loco, o sea, la figura del autor como un vacío, el Loco (verdadero autor de la obra) desaparece sin dejar rastro, él debe ser sustituido temporalmente por Arturo Borda quien solamente firma por cuestiones legales. De esa situación surge el papel del lector como ese alguien que arma o reconstruye el texto; el Loco apela directamente al lector para que éste se apropie de su búsqueda. La escritura arrebata el origen de la voz del que enuncia (Barthes, 2002:65 - 66), el Loco juega con ese fenómeno y lo hace parte de su "forma de jugar". De este modo, no es gratuito que el Loco se presente como un expósito, esa condición se desplaza al lenguaje y a la escritura como la manera en que éste la comprende. El momento en el que el Loco se pone como ideal crear una obra original, además como búsqueda de su propio origen está develando su condición de orfandad cuando escribe, así, la escritura lo despoja de su centralidad. El autor, o en este caso, el que dice (el Loco), está doblemente despojado de sí porque existe el fenómeno que plantea Barthes y por otro lado, su nombre sigue apelando a un "autor posible".
El texto se presenta intencionalmente como la diseminación o la aniquilación de cualquier figura central. Si bien el Loco es fundamental para encontrar el lugar de la escritura, éste se presenta como la "diseminación de los sentido", el Loco no puede ser concebido solamente como un hombre o un artista, el Loco debe ser también comprendido como una construcción del lector, en tanto, éste se apropia del texto y se apropia de la autoría de la obra. El otro centro-sentido que se desprende del texto es el mismo ejercicio de la escritura, Barthes propone en la "Introducción" del libro Sade, Fourier y Loyola la figura del escritor como un "escenógrafo" que construye las condiciones para que la obra produzca sentidos y sea en la medida que haga (Barthes, 1997:12). Esto tiene que ver con "el placer del texto", el libro como "objeto de placer", se trata de hacer pasar a nuestra vida cotidiana fragmentos inteligibles ("fórmulas") procedentes del texto admirado (admirado precisamente porque prolifera); se trata de hablar de ese texto, no de actuarlo (Barthes, 1997:14). El autor propicia la escenografía del texto para encontrar un intérprete de la misma. Aquí es fundamental el papel que juega el lector, sin él, no es posible que el texto "haga algo", al mismo tiempo, que el texto se desplaza a nuestra existencia cotidiana. La escritura busca o provoca la intromisión del lector.
Entonces, cuál es ese autor, quién es el Loco y qué se está poniendo en juego en esta escritura que constantemente niega o esconde para poder formular algo. La articulación de las partes utilizando al personaje es una posibilidad del texto. Por lo que partir de ello para descubrir el juego es un camino que se puede seguir. El Loco no sólo fragmenta su identidad jugando con la ficción, sino también complejiza la figura de su presencia en la tierra y su legado para ella. El Loco oscila entre la necesidad de crear una obra maestra, un origen y a la vez, vengarse del mundo a través de ello. Todo esto desencadena en un vacío, en la disolución de una identidad en un colectivo, pero también en una disolución corporal. En este sentido, El Loco se acerca y dialoga con el personaje de Cristo, poniendo en la mesa su abyección, el sacrificio, la obra y la inmortalización en el vacío. Todos estos elementos que configuran una estructura que deja cabos sueltos adquieren otro sentido cuando descubrimos cómo desaparece el Loco.
Constantemente, el Loco hace referencia a distintos personajes que habitaban en su vecindario, pero se refiere a uno de ellos con particular interés, ya que éste no era igual a los demás y se caracteriza por haber sido un vecino transitorio. Se trata de don Helionoto quien según palabras del Loco se presentó como un Mago (T.I: 360). El hecho es que este personaje hizo una revelación importante al Loco, primero le dijo que su vida estaba condenada a la angustia y que su existir sería un reguero de ternura, de poesía, de dolor y consolación. Además le dijo que su misión era cantar lo aún no trovado, es decir, el triunfo póstumo de la pasión de la ignorancia y de la impotencia del vencido (T.I: 356). Luego que Helionoto le describe su destino, él le manifiesta que tiene un don reservado para el Loco, y es que él es elegido para encontrar una flor que crece "de siglo en siglo" en los manantiales, ésta tiene siete pétalos de distintos colores(T.I: 359 - 360). Esta flor sería hallada y arrancada desde su raíz por el Loco, él tendría que comerla para adquirir un conocimiento especial. Esta flor también podría ser interpretada como la imagen de la obra de arte que el Loco se propone hacer y que es definida con características similares, porque se la describe como ese objeto reservado especialmente para él, es conocimiento, es única, es un don, etcétera.
Las raíces de la flor debían dejarse para cuando llegase la hora de su muerte, como le dice Helionoto: (...)y así, en vez de ir a podrirte en el sepulcro ascenderás en alma y cuerpo a la región del éter en el palpitan aún los orígenes (T.I: 360). Luego de esta revelación, el Loco encuentra la planta tal cómo se le había anticipado, come la flor y guarda las raíces (T.I: 364 - 365), Quedo mudo y petrificado, porque veo cumplirse horóscopo. Se me viene a la memoria la predicción respecto a la flor subacuátil. (...) Guardo cuidadosamente las raíces y masco la corola. Siento la embriaguez extraños elíxires (T.I: 364). Al final del último libro "Reacción" del tomo III, en el último párrafo, el Loco siente que la muerte está llegando y se come las raíces: Masco y trago, pues, ya, las mágicas raíces, sin saber si sueño o no, y mis huesos y mi carne se combustionan sin dolor; luego siento que lentamente voy ascendiendo, dilatándome en la sombra nocturna, a semejanza de humo o nube que se deshace en la nada (T.III: 1648). De este modo, el Loco abandona el mundo sin dejar otro rastro de su cuerpo que no sean las páginas de El Loco. Se convierte en nada desde la palabra, nomina la nada, y paradójicamente sólo existe a través de ella.
La imagen de la desaparición del Loco es muy parecida a la imagen de la destrucción de sus manuscritos (T.I: 29), de su cuadro (T.I: 99 -100), etcétera. La aniquilación de su propio cuerpo es la de su obra. Ahora se puede comprender la desaparición del "verdadero autor" de El Loco, más allá de que sea o no sea Borda, se trata de reconocer la ambigüedad del texto frente a la presencia de un autor único, la evasión de la responsabilidad de un autor sobre lo que dice en el libro. Lo que propone la obra es la posibilidad de que el autor sea cualquiera, un alguien que escribe y que no tiene nombre ni apellido. No es gratuito que el autor-personaje-narrador se llame "Loco", y que precisamente su libro se llame "El Loco" (y que podría haberse llamado "Libro")1, ese Loco escribe sobre su vida, aquella que carece de pasado y que está en búsqueda de la explicación de un presente. El Loco podría ser cualquiera y El Loco podría haber sido escrito por cualquiera. Las primeras páginas de El Loco presentan a un personaje que se impone a la misma escritura, es decir, la presencia de "alguien" que escribió y que se despojó de su obra. Las páginas extratextuales, es decir, la "Advertencia importante" y el "Parhelio", que están al principio del libro difuminan la identidad del autor, pero al mismo tiempo le otorgan una centralidad imposible de pasar por alto. De este modo, la reflexión sobre la figura de "ese alguien que escribe" es determinante. Ese "alguien" es el autor (del diario) -narrador-personaje: el Loco; este personaje constituye un lugar de escritura desde el ethos2, ese sitio que la produce y que interpreta el mundo. Así, el lugar de escritura se proyecta desde el mismo Loco, es decir, un autor-narrador-personaje que se presenta esencialmente como una construcción del lenguaje, que no obstante es ambiguo y ambivalente.
Aquí el lector es parte de un escenario que el mismo texto construye, es decir, el lector es concebido como parte de ese entorno que señala, juzga y rechaza al autor-narrador-personaje. Obviamente el ejercicio de la lectura escapa a esta estructura, por lo que la simulación se hace evidente. Se puede inferir, entonces, que el autor desea construir incertidumbre y rechazo hacia su figura, para lo que utiliza el discurso de la locura. No obstante, este discurso se yergue, al mismo tiempo, como un simulacro. Lo cual produce un efecto contrario al rechazo, provoca curiosidad y fascinación.
La locura es la celda y al mismo tiempo es la única llave. Su carácter dicotómico revela una esencia aterradora, la posibilidad de una expedición o el encierro perpetuo. El viaje o expedición implicaría la adquisición, experimentación y concepción de un nuevo conocimiento; por otra parte, el encierro implicaría el distanciamiento con el mundo y quizás con uno mismo. Ambos extremos coexisten en el Loco, la libertad y el hospital psiquiátrico (como un lugar de alejamiento).
Las distancias que se vinculan a un discurso que simula locura, entonces, evidencian las contradicciones y las paradojas de lo que el Loco dice, así como también la estructura de la obra. En ese sentido, la aparente locura opera como un disfraz del discurso para distanciar al autor-personaje-narrador, para liberarlo de sí y de los otros. El lugar de la escritura es encarnado por el autor-personaje-narrador y es por eso que el discurso se complejiza, a veces sigue una lógica obsesiva, contradictoria y paradójica. El Loco, como lugar de la escritura, es una herramienta del lenguaje, una construcción artificial y viceversa, el lenguaje es un instrumento que permite construir un espacio de desestabilización afincados al personaje y a la escritura. El ideal es la imagen que prefigura al Loco como un idólatra, distorsionador del lenguaje y de una identidad, al tiempo de generar escritura. Para lo cual, la ficcionalización del Loco como personaje literario en tensión con la figura del autor es fundamental. El habitar ese desplazamiento, de autor a personaje, exalta la posibilidad de la escritura como artificio y al mismo tiempo, como la necesidad real de sobrevivencia del escritor. Aunque finalmente se tenga como núcleo generador el vacío, porque precisamente esa necesidad del artista de crear origen se constituye en un deseo que devela la falta de su existencia. En este caso, la falta que tiene el Loco de su propio origen. La abyección y el destino trágico que devienen de esa falta, atentan contra la degradación de un cuerpo que finalmente desaparece, dejando como único rastro, la obra.
El Loco volcado al sacrificio
Desde el principio del texto se plantea que el Loco es "el elegido" para hacer una obra que se constituya como un origen. El espacio de la escritura es también parte de ese destino y, tanto el autor-personaje-narrador como la escritura tienen el objetivo de producir un "Origen". Por un lado, el Loco busca descubrir su origen y por otro lado, se impone la labor de crear una obra maestra que se constituya finalmente en un referente. Obviamente esta labor es problemática y exige, como toda "gran obra", un terco sacrificio. El Loco nace con el estigma del expósito y se plantea como posibilidad de existencia esta búsqueda. No obstante, tanto el personaje como la obra misma están condenados a una "noche profunda" desde el comienzo.
-Loco, el Origen pronto habrá de revelarte su naturaleza, en lo más álgido de un sueño caótico. Sucederá ello, cuando en aras de la Verdad sacrifiques con dolor y llanto el pudor de tus más hondos secretos, cuando tu alma limpia ya, crea vislumbrar por sí la esencia del Increado.(T.II: 528-529)
El sacrificio3 en este texto no se da como una ofrenda a una divinidad, el mismo Loco se impone una "labor en la tierra", una razón de vida que excede las capacidades humanas. El Loco asume el precio de su búsqueda y el sacrificio será el de su propio cuerpo y de su identidad. El sacrificio del Loco carga con algunos sentidos humanistas, pero no totalmente. Es decir, el sacrifico implica sobre todo una expiación, ésta es esencialmente voluntaria, una elección propia, y se transforma, en este caso, en una forma de vida, en parte del proceso para alcanzar el objetivo. La expiación es uno de los sentidos dados por el cristianismo, en este sentido la muerte de Jesús es entendida como una "oblación expiatoria del Siervo de Dios"4, lo cual es comparable con el camino que recorre el Loco hacia su objetivo.
(...). Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá descendencia, vivirá por largos días y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre sí las iniquidades de ellos. Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los poderosos repartirá el botín; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores. (Isaías: cap. 53 ver. 10-12)
Estos sentidos son compartidos con el Loco, en tanto él y su obra se sacrifican por el ideal, por la obra de arte. Obviamente esta situación da un giro, cuando el Loco se hace consciente de esa expiación y la utiliza para no agotar su búsqueda, hasta que llega la disolución de su propio cuerpo. Es decir, la expiación es parte de un proceso de encubrimiento de la impotencia creadora. A nombre del sacrificio se destruyen las obras y se atenta contra el objetivo.
Nací sin pecado original. De manera que se comprende sin esfuerzo, -que es lo que justamente quiero ahorrarles,- se comprende, digo, que mi existencia ha sido de una perfecta honradez, por lo menos en cuanto a mis intensiones. Fuí inmaculado, no obstante que ni Sísifo, ni Atlante, ni Talión, ni nadie ha resistido lo que yo en mi tránsito. Mas, esto no es todo: tenía que forjar mil mundos. Sí señores; pero ya ven: no puedo. Ahí se quedaron las intenciones. (T. II: 930-931)
Por otra parte, el sacrificio del Loco acaba en su desaparición, algo así como un holocausto. Probablemente el sentido de la disolución corpórea del personaje tendría esa carga tan radical del sacrificio hasta acabar en sólo cenizas, esto se transfiere a la obra que también es sacrificada en ese sentido, la desaparición física. Lo cierto es que ésta permanece siendo una incógnita en los papeles que deja Katari. Así se da la secuencia que atraviesa todo el texto, partiendo del libro "Divagaciones II", donde el ex-jefe de investigaciones y pesquisas, da cuenta del misterioso caso del autor de esta obra, el Loco. El primer documento que se presenta titula: "Desaparición misteriosa", aquí se narra cuidadosamente las características del personaje y lo que dejó en su habitación, además de los testimonios de sus vecinos. Todo lo descrito en esas páginas es tan misterioso como la figura misma que el Loco es para los otros. Desde ese afuera, los testimonios y el investigador, el Loco es un personaje envuelto en hechos insólitos y extraordinarios, que por otra parte lo vinculan con Cristo.
La relación que el Loco tiene con la figura de Cristo no sólo se ancla en el concepto de sacrificio, sino que se comparte una manera de habitar el mundo. La labor a cumplir en la tierra implica necesariamente un sacrificio, un destino trágico. El legado del Loco se torna en un ideal muy grande, una función y una labor en la tierra que cobra la magnitud de un ideal.
El Espectro dijo que te vió avanzar desde el Origen en el nimbo acardenalado del poeta y agregó que tu misión es cantar lo aún no trovado, es decir, el triunfo póstumo de la pasión de la ignorancia y de la impotencia del vencido. De modo que tu exotérico canto será disloque, crujido y rotura del lenguaje humano. No obstante, dice el Espectro, seducirá con la aurora o el orto del enigma revelado súbitamente al corazón. [sic.] (T.I: 356)
Según las descripciones que deja Katari (T.I: 55 al 64), el Loco nunca come carne, vive en su vecindario hasta los treinta y tres años (que es el tiempo en el que un tal Siloé Rezzin paga su alquiler). Además, según los testigos este personaje misterioso tenía la capacidad de curar a los enfermos, de vaticinar el futuro y escribía palabras que eran indelebles. No obstante, el Loco no escribía en la arena como Jesús5, sino que escribía en un espejo. Éste es un testimonio recogido por Katari.
Pasaron los años y al tercer día de aquel en que el individuo ya no vino a almorzar, de lo cual ya pasan quince, ví que una mano huesosa escribía en el espejo, con un fósforo encendido esta palabra: -Vísperas.- E inmediatamente desapareció la mano. La inscripción queda indeleblemente blanca, por mucho que se pretenda borrarla. (T.I: 57)
La palabra "vísperas" se torna en un enigma, quizás en el presagio del que sólo sabemos que no se cumplió, la víspera de una obra maestra. También podría significar el presagio de la desaparición del Loco, pero el ideal de la obra de arte legada al mundo sigue subyaciendo. Por otra parte, lo cierto que es la palabra en el espejo remite a la creación o afirmación de la "palabra doble", lo engañoso que se desprende del discurso del Loco, lo literario, finalmente: el instrumento de la abyección en su discurso. Una palabra indeleble en un espejo es la permanencia de lo doble.
Existe un claro paralelismo entre el Loco y Cristo, pero quizás las funciones de las características expuestas, en cada caso, difieren. El sacrificio que lleva adelante el Loco con la gestación de una obra que cree o construya universo, le cuesta un terrible paso por el mundo (siempre acompañado por el bolero de caballería, desde el momento de su nacimiento hasta que él mismo lo toca con un organillo en Viernes Santo para arrastrar a los feligreses) (T.I: 61); pero también se atribuye el papel de creador. El Loco es su propio padre ya que carece de uno, él es el mismo origen, esta orfandad difiere a la de Jesús quien tiene un padre en los cielos y otro en la tierra, aunque él es abandonado al igual que el Loco, y ambos encarnan un destino trágico. Un elemento que se desplaza a ambos casos es el lazo con la tierra, que tiene que ver con la encarnación de dios en la tierra y el derramamiento de sangre, porque finalmente ambos son cuerpos parte de la materialidad de la tierra. Lo cual se desplaza a la obra del Loco que también se constituye como sangre derramada. En ambos casos la señal del sacrificio se da a través de la sangre símbolo de vida. En el Loco hay un despojamiento del cuerpo, la muerte sin cuerpo, no obstante sí hay derramamiento de sangre, la obra y las manchas rojas en la materia.
La sangre es entendida por el Loco como un lazo con la tierra, como la marca de su presencia en la tierra, pero al mismo tiempo se puede decir que la sangre dentro de este espacio de significaciones también se articula a la obra de arte como algo que se deja en la tierra. Por otra parte, es necesario recordar que la flor "que crece de siglo en siglo", y cuyas raíces causan la desaparición del cuerpo del Loco, es asociada con lo frío y causa raros efectos. (...). La flor es subacuátil y tiene siete pétalos, cada uno con un color del iris. Es sumamente fría, tanto que a su contacto el adquiere una glacialidad más misteriosa que la del hielo y la de la muerte (... )[sic.] (T.I:359). Esta descripción sugiere otra vez, el vínculo simbólico que se entabla entre el Loco y la nieve.
Es acaso el Inca YahuarKjuno un doble del Loco, un alter ego real o imaginario. Las posibilidades a esta interpretación están dadas y puestas a consideración del lector. Si fuera de este modo, estaríamos ante un autor-personaje-narrador que tiene una muerte doble, con la posibilidad de que cualquiera de las dos, o las dos, sean ficticias. Si existe una muerte doble también existe la posibilidad de que haya una doble reencarnación, ambas signadas por la muerte desde el nombre, el Loco como el nombre de "cualquiera" e Inca YahuarKjuno, como nombre de una imagen o un destino. Este nombre es bastante enigmático porque yawar es una palabra aymara que se traduce como sangre y kjuno se traduce como nieve, las dos palabras juntas se traducirían como "nieve de sangre".
La preocupación del Loco por no dejar cuerpo tiene, entonces, dos caras. Por una parte está la huella de su persona por medio del derramamiento de sangre, que implica la obra, la misma que es gestada desde el dolor y el desgarro. En este sentido, la otra cara de la moneda se refiere precisamente a ello. El lugar de la abyección del Loco constituye el sacrificio, ese lugar de desestabilización del personaje que se divide por su deseo, por ese vacío que lo configura. El sacrificio del Loco se revela en lo material, en la obra, en sus huellas; no obstante, para llegar a esa materialidad se pasa por el desgarro y la abyección. El lugar del sufrimiento y de angustia, pero al mismo tiempo, es el "habitar ese caos" lo que le permite llegar a la obra.
Se puede entablar la relación del cuerpo con lo impuro, con eso que está sujeto a la degradación. Según Kristeva el cadáver humano es la fuente de la impureza, es la abyección del desecho, la "maldición de Dios" porque éste carece de vida y de alma, por lo cual el cadáver no debe ser tocado y debe ser inmediatamente enterrado (Kristeva, 2000: 10 -11). El cuerpo se vuelve maldito, abyecto y por eso debe desaparecer, tal como desaparece el Loco cuando está a punto de morir al comer las raíces de "La Flor". El Loco se niega a que su cuerpo se degrade en la tierra, niega la intrascendencia del cuerpo vuelto al cadáver y recurre a algunos artificios "mágicos" para desaparecer del mundo. Esto también se traduce en la corporalidad de una obra que es permanentemente destruida porque encarna la búsqueda de un ideal que se sabe siempre imposible.
El Loco habla de pintar los animales y la naturaleza, pero no está dispuesto a reproducir la imagen abyecta del sacrificio de Jesús, porque se reconoce en esa imagen. Esto contradice una afirmación anterior, Para mí Cristo es el tipo ególatra con la circunstancia agravante de haber obrado de modo tan sabiamente hipócrita, que es la más grande lección de hipocresía, Vaya usted a creer a nadie (T.I: 98). He aquí el juego que entabla el Loco al trasponerse a la figura de Cristo, en quien se identifica y a quien humilla por su apariencia. El juego con el espejo tiene mucho que ver con este paralelismo, pero no se debe olvidar que el reflejo del espejo siempre es falso y engañoso, así como las inscripciones del Loco en espejo. Sin embargo, un juicio que el Loco no traiciona y que queda de toda esta relación es: El más sabio, más infeliz: Jesús(T.I: 163).
A pesar del borramiento de la identidad y del cuerpo de Loco, es posible reconstruir su historia. La desaparición final está relacionada a una revelación y a un artilugio. Este es un hecho que no sólo resuelve la desaparición del verdadero autor de El Loco, sino que también pone en diálogo la figura del Loco con la de Cristo.Esta relación se construye a lo largo del texto, el Loco halla en el personaje de Cristo su propia vivencia en la tierra, comparte con éste su abyección y su destino trágico. Aunque finalmente el Loco da un giro a esta identificación al burlarse de Cristo, precisamente porque su labor o legado para el mundo es imposible. No obstante hay un juego metafórico con la sangre y que se articula con la concepción, y a la vez, negación de la obra de arte.
El Loco revela la imposibilidad de llegar a ser uno, la imposibilidad de lograr una obra de arte que sea capaz de completar al ser humano. En este sentido, la literatura también es capaz de construir mundos imposibles. Finalmente, El Loco revela en sus cientos de páginas el proceso de la escritura, la inagotabilidad y la insuficiencia de la palabra para asir el mundo externo e interno. El vacio acecha a la escritura porque es su motor, aquello que la impulsa a construir y a destruir.
Notas
Claudia Pardo Garvizu
En La Paz, 1985 obtuvo la licenciatura en Literatura por la Universidad Mayor de San Andrés con la tesis de investigación "Del estigma del expósito a la poética del desgarro en El Loco de Arturo Borda". Egresó de la Maestría en Literatura Latinoamericana de la misma universidad. Publicó "El Loco o la Vena de la Escritura" (2009). Publicación pendiente: "El obrar y el destino de El Loco", introducción y elaboración de una antología de El Loco de Arturo Borda. Edición especial del Ministerio de Culturas del Estado Plurinacional de Bolivia (2010).Trabaja como editora y directora del sello cómic en la Editorial Gente Común.
1 "Así. Después de pensar largamente acerca del libro, creo que mejor sería que vaya sin título, porque no hay la síntesis de un tal libro que es el absurdo, lo incomprensible, el todo, la nada. ¿Qué sé yo! Quizás si lo mejor sería titularlo llanamente LIBRO, ó en su defecto EXTASIS, DELIRIOS." (Borda: 278)
2 Ethos es una palabra griega(ñθoς plurales:ethe, ethea) que puede ser traducida como: punto de partida, aparecer, inclinación y a partir de ahí, personalidad. La acepción que estamos utilizando es el ethos como eso que significa inicialmente morada o lugar donde habitan los hombres y los animales, o sea ese "grado cero" del ser. Aunque se podría contrastar con acepciones más generales como la de la filosofía de la moral que planeta al ethos como ética, es decir, la creación de reglas que permean el comportamiento y carácter del hombre en relación a su entorno. También tiene que ver con ese punto de partida por el cual el hombre elige un sistema o escuela de pensamiento, desde donde yergue su filosofía o teoría. http://www.rae.es/rae.htm
3 Sacrificio(Del lat. sacrificĭum). m. Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación; m. Matanza de personas, especialmente en una guerra o por una determinada causa. La revolución supuso el sacrificio de miles de vidas; m. Peligro o trabajo graves a que se somete una persona; m. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor; m.coloq. Operación quirúrgica muy cruenta y peligrosa. http://www.rae.es/rae.html.
4 Isaías. Cap.52-53.
5 San Juan: Cap. 8, ver. 1-8.
Bibliografía
BARTHES, Roland.
1971 [1997]"Introducción". En: Barthes, Roland. Sade, Fourier y Loyola. Madrid: Cátedra. pp. 12-14. Traducción de Alicia Martorell.
1984 [2002]"La muerte del autor". En: BARTHES, Roland. El susurro del lenguaje. Barcelona: Paidós. pp. 65-66-68. Traducción de C. Fernández Medrano. [ Links ]
BORDA, Arturo.
1966 El Loco. 3 tomos. La Paz: H. Municipalidad de La Paz.
KRISTEVA, Julia.
1988 [2002]"Sobre la abyección". En: KRISTEVA, Julia. Poderes de la perversión. México D.F.: Siglo XXI. pp. 10-11. Traducción de Nicolás Rosa y Viviana Ackerman.
Fuentes primarias
Santa Biblia. [ Links ]